Aunque debo admitir que no me caen especialmente bien, por las noticias de ese ejército que todos conocemos, es de justicia reconocerles el mérito.
Hay grandes noticias que llevan aparejados su tributo de sangre: así murieron en ello periodistas de la talla de Anna Politkóvskaya (Rusia), José Couso (Irak), Robert Capa (Indochina) o Tim Hetherington (Libia), por no hablar de la infinidad periodistas anónimos caidos a manos de agrupaciones armadas varias. Compartiendo espacio, aparecen noticias chorras, que nos muestran con claridad la dimensión plebeya de la naturaleza humana. A este contraste, como irónica denuncia, va dedicado este blog.